Reflexión
La practica orientadora en nuestro país ha vivido un proceso que la ha debilitado de forma sucesiva dentro del campo educativo, ya que, ha perdido su espacio dentro de las escuelas, tiene poca presencia curricular dentro de los planes de estudio, aunado a la escases de literatura especializada y la asignación de tareas alejadas de la practica orientadora.
Se ha trabajo dentro de una concepción, que aunque tiene base humanista, desarrolla entre el psicoanálisis y el conductismo, aparta de los factores que envuelven al ser y centrándose solamente en el individuo. Siendo esto un corte individualista aislante del mundo exterior para la persona y por supuesto, es poca la atención asertiva proporcionada para cada situación. Lo teórico (a pesar de ser positivista) no era considerado importante por ir tras la búsqueda de lo subjetivo dentro de lo objetivo.
Dentro de estas experiencias poco fructíferas, nace la inquietud de un enfoque donde las funciones sociales sean tomadas en cuenta y sean tan prioritarias como las necesidades del individuo. Eso implica la practica social implica eso, es tomar posición dentro de la situación desde el punto de vista teórico y fundamentar la práctica para que la misma sea eficiente y efectiva.
El hombre es agente de cambio y construye sus realidades, por eso, la mirada psicosocial busca explicar los fenómenos asociados al comportamiento humano e integrar los productos psicológicos de este a los productos socioculturales. Es una situación real, dentro de una historia y con una vida que transcurre. El contextualizar la intervención al currículo permite organizar acciones que atiendan esa necesidad planteada.
Por último, es importante destacar que la comunicación es el puente más seguro entre la situación y la solución a plantearse. La comunicación es la herramienta de cambio más efectiva dentro de todos sus niveles. La acción y la comunicación se pueden considerar las vías seguras para el cambio en la práctica orientadora.
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