domingo, 6 de abril de 2008

¿HISTORIA A LA CARTA?/

¿HISTORIA A LA CARTA?/ Diego Márquez Castro
domingo, 06 de abril de 2008

"Nadie, sino la mayoría es soberana. Es un tirano el que se pone en lugar del pueblo, y su potestad, usurpación". Simón Bolívar

Desde los predios oficialistas donde se ha venido cocinando entre gallo y medianoche, según el decir popular, la reforma curricular orientada a regir el proceso educativo en Venezuela, se habla de que tal proceso ha surgido como producto de "un gran debate", Minpopoeducación, deportes y otros añadidos, dixit. Y ante tal afirmación cabe preguntarse: ¿debate? ¿cuál debate? ¿entre quién y quiénes? A menos que por "debate" los burócratas de dicho Ministerio entiendan los acuerdos de reuniones entre miembros aspirantes al partido oficial que en sus gremios paralelos le dieron, por supuesto, el apoyo a tal reforma, asumiéndose como de costumbre, la representación del magisterio y de los padres y representantes de este país. Todo cabe en lo posible para un régimen que excluye, desprecia e ignora a la opinión disidente.

La cuestión es que los mentores y hacedores de ese proyecto no contaban con la reacción de una sociedad para la cual los hijos son lo más sagrado que existe y, por tal razón, no está dispuesta a permitir que nuestros niños y jóvenes sean moldeados por una ideología. Obviamente, a pesar de que de las bocas gubernamentales han surgido expresiones que pretenden ser tranquilizadoras y hasta sedantes tratando de frenar el total rechazo a la anunciada reforma, la verdad es que igualmente de la boca del caudillo del proceso y de su hermano, el ministro, secundado por sus corifeos, la aseveración se ha mantenido: éste es un proyecto ideologizador y hacia tal objetivo apuntan los enunciados, programas, políticas, estrategias, objetivos y metas. Sus propulsores lo consideran "un proyecto liberador" (¿liberador de qué, de quién?) A confesión de parte, relevo de pruebas, dice la máxima jurídica.

Los analistas del proyecto en cuestión y cuestionado lo han desmontado en sus partes con una prolijidad cartesiana y uno de los elementos que lo configura es el referente a la enseñanza de la historia de Venezuela en torno a lo cual denuncian que se destacan personajes y se obvian e ignoran otros, asimismo la narración de los hechos se relaciona con el llamado "proceso" y sus figuras que han signado la vida política nacional a partir de 1999 a esta fecha. Es, por supuesto, una historia hecha a la medida de quienes se consideran hoy los vencedores. Una propuesta en la cual de 160 contenidos en Ciencias Sociales, 76, sí, setenta y seis, se dedican a exaltar el chavismo, 3 al ideario bolivariano, lo cual es paradójico, 21 a la historia contemporánea y 9 a la historia universal, cosa que colocará, en este último caso, al estudiante, en una condición de minusvalía en lo que respecta al conocimiento del mundo...

Vale señalar que entre otras cosas, la tendencia consiste en poner de relieve a los héroes militares (ojo, también hay exclusiones postmortem) y minimizar, en lo posible, la participación y contribución de los civiles en la construcción de Venezuela como República. En este orden de ideas es propicia la oportunidad para transcribir las reflexiones de dos hombres que se constituyeron durante el siglo XX en figuras fundamentales en cuanto respecta a liderar la conformación de un país libre, democrático, justo y plural, ellos fueron Arturo Uslar Pietri y Rómulo Betancourt, cada uno desde posiciones distintas, controversiales, pero llenas de amor por Venezuela y por la historia patria.

Viene al caso destacar esas reflexiones ya que en el proyecto señalado se encuentran lagos y lagunas en el devenir histórico nacional, situación que se hace notoria, por ejemplo, cuando se habla de la Guerra Federal pero se pasa por encima de lo que fue la República de 1830 a 1865, su legado fundamental para lo que es el país contemporáneo. Es tal el desprecio del oficialismo actual de esa República que en una ocasión, en una de las tantas cadenas, la misma fue aludida como "República piltrafa", el auténtico discurso falaz "ad hominem". Así, pues, leamos de Arturo Uslar Pietri unas palabras que muy bien encajan al cuestionamiento de una historia patria hecha a la medida del gobernante de turno: "Limitada, parcial y deformadora ha sido nuestra manera de narrar y contemplar la historia patria. No sólo hemos hecho su tema único el relato de las luchas de la Independencia, sino que como consecuencia de ello la hemos convertido en una historia exclusivamente militar. Pareciera que no ha habido otra cosa de importancia en Venezuela que batallas y combates, y que fuera de sus hombres de charreteras el país no tuviera hombres ejemplares. Esto no solamente no es cierto, sino que equivale a una verdadera mutilación. Grandes hazañas militares tiene la historia venezolana que habrán de enorgullecerla siempre, movimientos armadas plenos de idealismo creador, y ejemplares hombres señeros y virtuosos; pero junto a ellos, y en muchas ocasiones superándolos, tiene una nutrida casta de grandes figuras civiles. Poco se acuerda de ella nuestra historia".

Más adelante, Uslar Pietri destaca: "La trágica hora de la Guerra Federal parece nacer del romántico desembarco en Palmasola y de las espadas de Falcón y Zamora. Pero se olvidan de que la Guerra Federal nació veinte años antes en la cabeza de Antonio Leocadio Guzmán y que tan importantes como los combates o como el Tratado de Coche fueron los editoriales de "El Venezolano". Una historia de Venezuela que no hable de la pujante tarea corrosiva de Antonio Leocadio Guzmán y de su periódico, está incompleta y da una visión engañosa. Lo que la Guerra Federal manifiesta en turbia violencia y en colorido combatir no era sino la consecuencia extrema de lo que en oratoria, a veces de muy alta clase, se había expresado en la Convención de Valencia. Allí estuvieron dichas algunas de las tesis fundamentales del destino de Venezuela, que después dirimieron las espadas no siempre con acierto".

El juicio del intelectual venezolano se extiende y abarca nuevos aspectos sobre la cuestión: "Habría que hablar de la vida de heroicos servicios de Santos Michelena. Ponerlo en el manual de historia con más espacio que José Tadeo Monagas. Habría que poner también a Fermín Toro. Habría que poner también la gran figura de Pedro Gual, tan olvidada Pareciera al que mira el manual resonante de arengas y resplandecientes lanzas que apenas hubiera otro rostro civil digno de ser mencionado en la historia que el del doctor Vargas. Todo esto pide enmienda. Hay que restituirle a Venezuela la integridad de su pasado y la totalidad de su herencia".

Rómulo Betancourt, por su parte, dejó sobre este tema las siguientes precisiones dignas de ser tomadas en cuenta si es que en verdad se habrá de debatir en el seno de la sociedad el proyecto de reforma curricular: "Hay un rico filón de filosofía política, casi desconocido, en los autores venezolanos del siglo XIX que se inician en el debate doctrinario al cancelarse la sangrienta etapa de la guerra de Independencia. Es un caudal de pensamiento que no podemos dejar que se arremanse en un plácido estanque para disfrute de alquimistas sociales adocenados. Más bien ha de ser estudiado con cuidado, analizado con detenimiento. Esto no implica la resurrección de formas obsoletas. Al pasado lo entierra el tiempo y lo inhuma para siempre. La herencia del pasado vive o pervive cuando se transforma, cuando se modifica. El reloj de la Historia señala horas que ni permanecen ni retornan. Como en el caso del sembrador desconocido de la parábola del maestro Gallegos, la simiente que cayó al acaso maduró por obra del tiempo en imprevisible cosecha". Esa simiente dio los frutos que nacieron del árbol de la cultura democrática venezolana "freno de ominosas dictaduras".

dmarquezcastro@yahoo.comEsta dirección de correo electrónico está protegida contra los robots de spam, necesita tener Javascript activado para poder verla

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