lunes, 8 de febrero de 2016

25 Provocaciones

Hace algun tiempo, una colega cubana me regalo este texto bien particular que nos describe como de una forma significativa podemos abordar la realidad de una comunidad...

Con Uds las "25 provocaciones para la participación" de Fernando De la Riva
  

25 provocaciones para la participación comunitaria (revisadas)
Publicado en 22 octubre, 2012 de Fernando de la Riva
Por Fernando de la Riva

25 (por ahora) [1] provocaciones [2] (revisadas) para la Participación [3] Comunitaria [4].

Cuando estuve en Cuba en 2001 los compañeros y compañeras me pidieron algunas reflexiones sobre la “participación comunitaria”. Volvía entonces de trabajar con profesores y profesoras, académicos/as  que en todo el mundo sacralizan el saber académico y cultivan el gusto por las citas y referencias. Así que me propuse –a modo de provocación- hacer un texto en el que las citas tuvieran más espacio que el propio texto. El resultado es difícil de leer: ¿a qué atendemos: al texto, a las notas al pié? ¿cómo leer este “rompecabezas”?…
… Once años después, en septiembre de 2012, Tato Iglesias me escribe desde Argentina:
“Días pasados, recibí una carta de algunos amigos de las Asambleas Populares que luchan contra las compañías que pretenden extender la minería a cielo abierto en distintas provincias, que decía lo siguiente:
““Estamos intentando organizar todo tipo de materiales para aportar a radios comunitarias, escuelas, etc., y hacer un CD de Educación Popular y participación comunitaria con voces de pobladores de la región y textos leídos de Rubén Dri, Tato Iglesias, Eduardo Galeano, Monseñor Angelelli, etc. La idea surgió de un texto que mandó la Universidad Trashumante hace algunos años, que se llama 25 provocaciones para la participación comunitaria”".
Me pareció maravilloso que tus textos “retumben” aquí en nuestras Provincias y en nuestras luchas. Quería contártelo.”
La carta de Tato me “provoca” a releer y revisar aquel texto que creía tan difícil y oscuro y que -mira por donde- sirve a gentes que luchan por la dignidad y la participación comunitaria a miles de kilómetros.

1. La participación comunitaria no es (solo) un medio sino un fin, una meta, un objetivo a alcanzar, porque creemos en el Hombre y la Mujer Sujetos, en la Comunidad Sujeto[5]. Creemos que las personas, individual y colectivamente, deben ser protagonistas de su presente y de su futuro, ser (seres) capaces de sentir, pensar (sentipensar)[6], decir y hacer por si mismos[7], y de hacerlo solidariamente[8], como condición para alcanzar el desarrollo y la felicidad, individual y colectiva.[9]
2. La participación comunitaria no es (solo) un fin sino un medio. Un medio para hacer posible la realización de cambios necesarios y mejoras de la vida colectiva de la población de un territorio, de la comunidad, que serían imposibles sin su participación o contra ella[10]. Es un medio para la transformación de la realidad, para impulsar el desarrollo individual y colectivo, personal y social. Un medio “oportuno”.[11] Un medio ideológica y éticamente coherente[12], un medio satisfactorio y eficaz[13].
3. La participación comunitaria no es (solo) asistencia. No basta con estar presente, con ser espectador o espectadora. Como mínimo se ha de ser “consciente”[14]. Y no solo es necesario estar y estar despierto, también es preciso re-accionar, hacer algo, tomar parte –de una u otra forma- en lo que ocurre, aquí y ahora (aunque solo sea pensar en lo que vemos y oímos… para formar nuestra opinión, para -después- actuar en consecuencia)[15]. La participación comunitaria no es (solo) movilización. No basta con moverse, si no se sabe donde se va, o no se quiere ir.
4. Nunca es verdad la afirmación de que “la gente no participa en nada” (como todas la generalizaciones). La gente de la comunidad, de sus diferentes grupos y sectores, toma parte en lo que le interesa, en aquello que relaciona con sus necesidades e intereses, con sus expectativas de bienestar, satisfacción y felicidad. Y hay miles y millones de ejemplos de eso en todos los tiempos y lugares[16].
5. La participación de la comunidad no puede imponerse por decreto, ni obligarse por votación mayoritaria, ni forzarse de manera alguna. La participación, o es voluntaria o no es. Lo demás es imposición o manipulación, no participación comunitaria. La comunidad, sus gentes deben, necesariamente, QUERER participar. Eso refleja la importancia de la Motivación para participar, que es preciso cuidar permanentemente[17].
6. La participación de la comunidad, además de motivación, requiere CAPACIDADES, conocimientos, manejo de habilidades técnicas y sociales, valores y actitudes… necesarios para poder llervar a cabo múltiples tareas complejas (las que implica cualquier proceso de cambio social, por “micro” que sea), tanto más complejas cuanto que han de ser realizadas de manera colectiva. Eso refleja la importancia del aprendizaje permanente, de la Formación[18] y lo que llamamos “Educación para la Participación”.
7. No basta con que la comunidad, sus grupos, sus sectores, quiera y sepa como participar (cosa que no se consigue fácilmente, de la noche a la mañana, de manera espontánea) si no dispone de cauces, medios, espacios, recursos… para PODER participar[19] ([20]). La Organización, evidentemente, es una condición necesaria -paradigmática, dirían los eruditos[21]- de la participación comunitaria, por la que hay que trabajar desde el primer momento.[22]
8. Motivación, formación y organización se articulan, combinan, compensan, gradúan, se equilibran… –en el proceso de construcción de la participación comunitaria- de forma dialéctica y dinámica. O sea, no hay primero y después, sino todo a la vez, interactuando, en cada momento, aquí y ahora.[23] Planificación y flexibilidad. Perspectiva y creatividad. Compromiso y libertad. Atención permanente a la parte y al conjunto, al momento y al proceso, al mismo tiempo.
9. La comunidad no es una realidad homogénea, uniforme, por mucho que puedan tener en común quienes la componen, sino que está formada por personas, grupos y subgrupos diferentes entre sí, que piensan, sienten, dicen y actúan de maneras diferentes. La diversidad es un hecho[24], y es, junto con todo lo que tenemos en común (que es mucho), un elemento esencial de la identidad humana. Las formas, los niveles, los ritmos de participación comunitaria serán, necesariamente, diferentes, de acuerdo con los diferentes grados de motivación, las diferentes capacidades y los diferentes niveles de organización, de las diferentes personas y los grupos sociales que componen cada comunidad concreta, en cada contexto.
10. Para impulsarla eficazmente, es necesario entender la participación comunitaria como un proceso. Un proceso, también y fundamentalmente, de aprendizaje[25]. Un proceso progresivo, creciente, en el que la comunidad, sus diferentes grupos, va asumiendo mayor protagonismo, mientras disminuye el de quienes promueven esa participación (sean de carácter institucional o social). Un proceso complejo, dado el carácter complejo e “integral” de la realidad y de la participación comunitaria[26]. Un proceso que requiere tiempo[27], y una mirada “en perspectiva”, y requiere constancia, sistematicidad y paciencia[28].
11. Para que la participación comunitaria surja y crezca, es preciso  tomar como punto de partida y referencia permanente de la acción las necesidades e intereses sentidos por quienes forman la comunidad (o por las personas o grupos con quienes empezamos a trabajar en ella). No hay otro lugar del que partir: la realidad. [29]
12. Para hacer posible la participación comunitaria es preciso potenciar las relaciones interpersonales, el conocimiento mutuo, la cohesión, lo relacional, los afectos, lo personal, lo subjetivo. Valorar la importancia de los grupos sociales y las redes naturales. El amor es una poderosa fuerza transformadora. La realidad la cambian las personas. Personas concretas cuya subjetividad, sentimientos, emociones, valores… son determinantes en cualquier proceso colectivo. Para que las personas cambien la realidad han de empezar por cambiar ellas mismas[30]. Olvidar esto es negar la realidad, negar la participación comunitaria, y negar el desarrollo de la comunidad[31].
13. El desarrollo y sostenimiento de la participación comunitaria requiere buscar sistemáticamente la satisfacción, el disfrute, utilizar el juego, el humor, la poesía, la música…[32] Nos tiene que gustar lo que hacemos para mejorar la realidad. La creatividad y la imaginación son, y han sido siempre, herramientas poderosas para cambiar el mundo.
14. Impulsar la participación comunitaria requiere no suplir nunca la iniciativa de la gente, no hacer nunca por las personas lo que puedan hacer por si mismas, incluida la toma de decisiones. Ello significa que la persona promotora ha de difuminarse progresivamente, hasta desaparecer. Y ha de evitar paternalismos o mesianismos. Solo vale un compromiso basado en el respeto a los grupos, a la comunidad, a su condición de personas adultas, a su propia búsqueda individual y colectiva.
15. El conflicto es parte sustantiva de la realidad[33], y parte fundamental del proceso de participación comunitaria. Negarlo, sofocarlo, huir de él, es estéril, es una forma de resistirse al cambio y la transformación, de combatirlos. El problema no es el conflicto, sino la forma de abordarlo y resolverlo. Es necesario aprovechar el conflicto como fuente de aprendizaje, utilizarlo para aprender, para buscar alternativas y nuevas soluciones a los viejos y nuevos problemas y necesidades.
16. Para que la participación comunitaria sea sostenida y sostenible, es necesario apoyar(se) siempre (en) las capacidades y potencialidades de la comunidad, de sus miembros individuales, de sus grupos y sectores, potenciarlas, explotar los recursos y capacidades naturales, y los emergentes. Trabajar particularmente con/desde/a través de las personas líderes naturales y multiplicadoras de la propia comunidad. Trabajar por la autonomía de la comunidad, de sus grupos y sectores[34].
17. En la participación comunitaria es preciso aprender a participar HACIENDO, favorecer las iniciativas, los pequeños proyectos, la realización de los sueños, las pequeñas y grandes acciones, garantizar que cada cual tiene (y sabe y comprende) una tarea concreta que hacer, por sencilla que sea.
18. Para promover la participación comunitaria es necesario utilizar los lenguajes, los códigos, los símbolos, las imágenes, las referencias, los ejemplos, las señas de identidad y formas de expresión cultural y comunicación propias de cada comunidad. Moverse siempre dentro del universo conceptual y el imaginario de la gente (no pretender que hagan suyos los nuestros). Utilizar distintos lenguajes. Diversidad, alternancia. Combatir la rutina. Mantener la a-“tensión”.
19. Es esencial, en el proceso de la participación comunitaria, primar, en todos los momentos y niveles, la comunicación, en todas las direcciones (entre dirigentes, entre dirigentes y bases, entre bases y dirigentes, entre las bases, entre los miembros del grupo, entre grupos, entre grupos y comunidad, entre comunidades…)[35]. Ejercitar (especialmente las personas promotoras de la participación) la ESCUCHA y la observación activas. Utilizar, de forma sistemática, la Pedagogía de la Pregunta.[36]
20. En los procesos de participación comunitaria es necesario plantear objetivos para el éxito. Reconocer, visualizar y celebrar[37] los logros, los éxitos de la comunidad (no de las personas promotoras). (Tampoco engordar, adornar, halagar, dar coba, mentir, mentirse, falsear[38]…).
21. En la participación comunitaria es fundamental atender a los logros, a los resultados concretos -materiales y espirituales-, pero no de cualquier forma. Poner el acento de la mirada en el proceso, en el COMO (lo cualitativo frente a lo cuantitativo). Atender al crecimiento y el avance del proceso de participación (motivación, formación y organización[39]) de la comunidad y cada uno de sus grupos y sectores.
22. La construcción de la participación comunitaria requiere, permanentemente, evaluar, auto-evaluar, aprender de los aciertos y los errores (los errores son excelentes motores de aprendizaje). Convertir el proceso, la experiencia de la participación, en la principal fuente de aprendizaje colectivo[40].
23. Durante el proceso de promoción y construcción de la participación comunitaria, en todos los momentos, de todas las formas posibles, es preciso interrelacionar los micro-procesos, crear redes, generar sinergias[41], favorecer la comunicación y el intercambio de experiencias entre grupos[42], sectores, comunidades, provincias, naciones… sumar fuerzas [43].
24. Para promover la participación comunitaria es preciso cuidar (las personas promotoras) la coherencia entre nuestro discurso y nuestra práctica (también en nuestra práctica organizativa interna). Eso tiene que ver con nuestra capacidad de aprender de lo que hacemos (nuestra capacidad de reconocer los aciertos y los errores). Y tiene que ver, sobre todo, con la “ejemplaridad”, que es un valor ético fundamental[44].
25. Una última (¿?) provocación (por ahora) para la participación comunitaria: la de las Nuevas Tecnologías de la Comunicación. ¿Cómo hacer accesibles las herramientas tecnológicas necesarias a la comunidad?[45] ¿Como convertirlas en instrumentos de/para la participación?¿Cómo utilizarlas adecuadamente, en coherencia con las anteriores provocaciones?[46]. El tema tiene hoy tanta importancia que tendremos que hacernos inevitablemente estas preguntas en cualquier proceso de participación comunitaria.
Fernando de la Riva.
Colectivo de Educación para la Participación, CRAC
Santiago de Cuba 2001-Cádiz 2012

[1] Se trata de una lista provisional, abierta, caótica… Ahora son 25 las provocaciones, pero mañana… ¿quién sabe? La idea es que otras personas reaccionen a este intento de sistematizar y problematizar, en unos cuantos ejes o temas, las cuestiones fundamentales de la “metodología” de la participación comunitaria. Así que… a reaccionar, amigos y amigas.
[2] Provocar: “incitar a hacer algo”. ¿Esa es nuestra misión, nuestra tarea, no?
[3] Estas “incitaciones” van dirigidas a quienes, desde la Animación Sociocultural, la Educación Popular, el Desarrollo Comunitario, la Educación Social, el Trabajo Social, la Promoción Cultural… (y todas las demás “disciplinas” que seamos capaces de inventar, incluida la Acción Política), se encuentran en su práctica -antes o después- con la necesidad de la participación comunitaria. Y, si no se la encuentran, es que algo está fallando ¿No?
[4] Para no complicarnos las cosas, hablamos de la “Comunidad” como “la población que vive en un mismo territorio físico y/o cultural” (a veces, una “comunidad”, un grupo o un sector de ella, podrá identificarse mejor en función de factores culturales que geográfico-físicos). Echadle un vistazo a lo que ha escrito y sigue escribiendo Marco Marchioni sobre su experiencia de trabajo en la comunidad.
[5] Ver, mucho más a fondo, “Democracia Radical”, concepto muy reciente, y revisar el de “Democracia Participativa”.
[6] Concepto superador aportado (o utilizado) por Orlando Fals Borda. Los sentimientos, las emociones, como categoría sociológica que no pueden faltar en el análisis.
[7] Definición de “Sujeto” (“piensa, dice y hace por si mismo”) oída a Ignacio Fernández de Castro
[8] Y en armonía con la Naturaleza, habría que añadir.
[9] Creemos en ello, y trabajamos por ello. Trabajamos en la construcción de esa utopía.
[10] Ver mucho más a fondo, la reflexión creciente sobre “Capital Social” en Adela Cortina, Robert D. Putnam.
[11] Es un medio “oportuno” porque responde a las necesidades del momento histórico, a la existencia de una comunidad social, una sociedad apática, desestructurada, adormecida por las promesas y los efectos del neoliberalismo y por el fracaso del “socialismo real”. Paradoja: por distintos caminos, en distintos contextos, hemos llegado a los mismos resultados.
[12] Sobre la Revolución Etica, ver a fondo, Carlos Núñez, Dalai Lama, Fernando Savater, José Antonio Marina, y otros muchos, que cada día suman sus voces a esta llamada.
[13] Las empresas multinacionales ya han descubierto las ventajas –en términos de eficacia- de la participación y el trabajo en equipo frente a los modelos verticales y autoritarios (aunque reserven para unos pocos las decisiones fundamentales, como el reparto de los beneficios). Falta saber que van a hacer con la participación (ya sabemos lo que dicen) los movimientos sociales y la izquierda en general.
[14] Parece difícil participar mientras se duerme, aunque puede ser interesante explorar y experimentar en esta dirección, pero, decididamente, no pueden considerarse “participación” las siestas que echamos en algunas reuniones, por ejemplo.
[15] ¿Es posible la “no participación”? ¿La inhibición no es una forma de tomar parte, de tomar partido o postura? (Echarle un vistazo a la “no neutralidad” de Paulo Freire).
[16] En Cádiz, por ejemplo, el Carnaval, la Semana Santa, el Fútbol, el “chapú” y la supervivencia diaria, etc. Tal vez, lo que queremos decir –cuando nos quejamos- es que “la gente de la comunidad no participa en lo que a NOSOTROS nos parece necesario e interesante”. ¿El problema está en nosotros, y nosotros sin saberlo?
[17] Sobre los factores, externos e internos, que influyen en la motivación hemos hablado muchas veces, en otros textos. No nos enrollemos.
[18] Esto del aprendizaje permanente, clave fundamental de los procesos de participación comunitaria, es lo que nos permite hablar, en mi opinión, de Educación Popular.
[19] Sería bueno saber por donde ha ido el debate que, hace años, se planteaba en América Latina, y en el ámbito de la Educación Popular en particular, sobre el “poder popular” y su construcción. Sería muy interesante saber también como ha ido reconstruyéndose el concepto de “poder”, a cuenta de la reflexión sobre el famoso “empowerment”, traducido como “empoderamiento” (que me suena fatal). ¿El poder se “construye” desde la base social o se “toma” de los de arriba? ¿En todo caso, serviría de algo “tomarlo” arriba, si no somos capaces de “construirlo” abajo? El problema está -antes, durante y después- en la “construcción del poder” en la comunidad.
[20] En este punto del PODER es donde esto de la “participación comunitaria” encuentra sus límites y las mayores resistencias “externas”. A nadie, a ninguna estructura de poder, a ningún gobierno, a ningún nivel… le gusta compartir el Poder, las decisiones, la disponibilidad de los recursos… todos tienden a concentrarlo y acumularlo. Esta es una tendencia general, más allá de los discursos, que se produce en lo micro y en lo macro. Hemos de remitirnos al “cambio de las personas”  -¿La Revolución Etica?- como condición del cambio de estructuras y del cambio social.
[21] Saúl Alinsky llega a decir: “Primero la organización, después el programa.” ¿Se trata de una exageración o es el reflejo de la importancia de lo organizativo? Sobre la Organización, y en particular sobre la Organización Comunitaria, sus formas, sus modelos, sus procesos, sus metodologías, cabe reflexionar, sistematizar, contrastar, investigar, escribir mucho más. (¿Quién nos “provocará”?) Aquí, en lo organizativo, está una de las claves de la participación comunitaria. Con frecuencia, los Movimientos Sociales, las asociaciones, los colectivos y organizaciones populares, han centrado su atención en la consecución del objetivo, descuidando lo organizativo, que parecía meramente una cuestión funcional, y olvidando que –precisamente- se trataba de una condición necesaria para poder alcanzar el objetivo. ¿Cómo organizarse de forma eficaz, sin perder la coherencia con los valores que decimos defender: libertad, igualdad, solidaridad, participación, cooperación, trabajo de equipo, cambio, transformación, aprendizaje, búsqueda, sinergias, mestizaje…?
[22] No confundir: hablamos de la organización participativa, la que se construye para facilitar la participación, no para dificultarla, manipularla o impedirla (ver “Burrocracia”).
[23] Es una relación como la del baile, el tango, por ejemplo: hay que mover varias partes del cuerpo a la vez, siguiendo el ritmo de la música, al mismo tiempo que la compañera o  el compañero de baile, conjuntando los movimientos de ambos, sin una pauta fija y estricta, cambiando de movimientos y ritmos según cambia la música, poniendo en ello los 5 sentidos, todo el sentimiento y la emoción que la música nos transmite. No es fácil, pero se logra con un poco de sensibilidad, mucha escucha y, sobre todo, con la práctica.
[24] Hecho (la diversidad humana) sobre el que no caben “juicios morales” (bueno o malo), como sobre las diferencias de color, edad, sexo, clima, contexto, etc. En todo caso, cabe reconocerlo como una potencialidad, una riqueza, una oportunidad para la creatividad y el mestizaje.
[25] El “aprendizaje de la participación” es una asignatura fundamental pendiente. Ni en la familia –en términos generales- ni en la escuela –en términos más generales aún-, ni en la práctica social, cultural, política, etc. –generalizando a tope- se desarrolla adecuadamente este aprendizaje. Con frecuencia, el aprendizaje común es de “contravalores”  y actitudes viciadas que dificultan la participación (inhibición, delegación, subordinación, pérdida o sometimiento del espíritu crítico, falta de cuestionamiento, etc.). Hay por tanto dos tareas pendientes: el “desaprendizaje” de valores y hábitos contra-participativos, y el “aprendizaje de la participación”. Pero… ¿dónde realizar ese aprendizaje? El Desarrollo Comunitario debe ser una escuela de participación.
[26] Esta “integralidad” abarca toda la vida de la comunidad, que es una sola, contradictoria y compleja pero una, en la que se integran aspectos culturales, económicos, sociales, políticos, de salud, de vivienda, de educación, de… todo. Se entre por donde se entre a la vida de la comunidad, se encuentra la integralidad. Otra cosa es que nos hagamos los tontos y miremos para otro lado.
[27] Hemos comparado a menudo el proceso de construcción de la participación comunitaria con el maratón, frente a las carreras de velocidad (100 metros lisos, por ejemplo) que requieren una fuerte “explosión” física que ha de mantenerse a tope durante poco tiempo. En el matatón -como en el proceso de participación comunitaria- se trata de “resistencia”, de graduar el esfuerzo y mantener el ritmo durante mucho tiempo.
[28] A Franco, el dictador, se le atribuye una famosa frase: “sin prisa pero sin pausa”, que nos viene bien para representar lo que queremos decir. Para ese mismo fin, también nos vendrá bien un repaso al I Ching, el milenario “Libro de los Cambios” chino, que nos avisa permanentemente de la importancia de la perseverancia, la paciencia, la humildad, la fuerza de lo pequeño… Tampoco nos vendrá mal recurrir al poeta, en este caso Antonio Colinas, cuando nos dice: “lo importante es sembrar”.
[29] Esas necesidades e intereses pueden no coincidir con nuestro “análisis y diagnóstico de necesidades”, pero si queremos que en algún momento quienes forman la comunidad lleguen a identificar por si mismos esas otras necesidades o intereses más “importantes” (siempre desde nuestra perspectiva discutible) habremos de partir desde los que, aquí y ahora, la gente de la comunidad siente como propios.
[30] Otra cita pendiente: la espiritualidad oriental, su sentido de la relación entre lo individual y lo global, su atención al interior, al “centro”, como núcleo de transformación, su sentido de la compasión (nada que ver con el nuestro), su sentido del tiempo… Desde esta espiritualidad (Osho, por ejemplo) se nos critica a los “occidentales” (también a los “revolucionarios occidentales”) nuestra excesiva atención a lo periférico, a lo exterior, y nuestra desatención a lo interior, a la transformación personal, como si fueran dos cosas distintas.
[31] Humberto Miranda, me envía una cita de Carlos Marx en la que dice: “en el vortice de este mundo la amistad es la única cosa importante en el plano personal”. Hasta el difunto Marx sabía de la importancia de la subjetividad.
[32] Saúl Alinsky avisa de que cualquier táctica que no sea satisfactoria o no produzca alguna forma de disfrute para quienes han de participar en ella, será un fracaso. Eso nos lleva a investigar (¿experimentalmente?) por los intrincados caminos de la satisfacción y el disfrute, individual y colectivo.
[33] Saúl Alinsky dice: “No hay cambio sin conflicto.” Pero, el miedo al conflicto es una constante en las personas, en las organizaciones, en los dirigentes, en los gobiernos…
[34] De nuevo, el famoso “empoderamiento” y la autonomía. Paulo Freire llamó a su último libro: “Pedagogía de la Autonomía”, como señalando que ésta es el fin último de cualquier proceso de aprendizaje, el mar donde se han de juntar todos los ríos.
[35] Mario Kaplún es un ejemplo de un educador popular, un promotor de la participación comunitaria que descubrió pronto la importancia decisiva de la comunicación en estos procesos, hasta el punto de que, a menudo, es difícil diferenciar los procesos de promoción participativa de los de comunicación popular.
[36] Sobre Pedagogía de la Pegunta, consultar desde Sócrates a Paulo Freire. A pesar de tan extensa bibliografía, parece que ésta también es una asignatura pendiente.
[37] Necesitamos traer una “cultura de la celebración” a la participación comunitaria, a las organizaciones sociales (probablemente ésta sea una de las propuestas metodológicas más fáciles y mejor aceptadas), frente a la “cultura de la militancia y el sacrificio” –de raíces netamente judeocristianas- de la que provienen nuestros viejos modelos organizativos. Vendría bien releer a Paul Lafargue, “El Derecho a la Pereza”, para no olvidar que el objetivo de la transformación social es siempre la felicidad y, añadimos, no cabe aplazarla (la felicidad) a cuenta de nada, de ninguna promesa futura, por lo que es preciso intentar encontrarla aquí y ahora, mientras vamos caminando, mientras la construimos.
[38] Ver “paternalismo” y “protagonismo” (de las personas promotoras). A menudo confundimos la información (sobre nuestros procesos, sobre nuestras prácticas) con la propaganda. Al final, lo que buscamos satisfacer, fundamentalmente, es nuestro ego.
[39] Los niveles de organización de la comunidad (autoorganización) y el estado de salud, la vitalidad participativa de sus organizaciones son fácilmente observables, como indicadores de evaluación de los procesos.
[40] Eso no significa “mirarse el ombligo” permanentemente, pero no creemos perjudicial la práctica periódica y regular de este ejercicio individual y colectivo: evita la aparición de barriga y la acumulación de polvo en ese íntimo rincón del cuerpo (individual y colectivo).
[41] A estas alturas está muy claro lo que plantea la “Teoría General de Sistemas”: son más fuertes las organizaciones, los sistemas que están más y mejor conectados con su exterior, con otras organizaciones y sistemas. Por el contrario, quienes viven cerrados sobre si mismos tienden a enquistarse y morir.
[42] El intercambio de experiencias entre grupos cumple, al menos, dos funciones: obliga a “contar” la propia experiencia (y por lo tanto a reflexionar sobre ella), y permite aprender de la otra experiencia y de su comparación con la propia. Todo son ventajas.
[43] Un tema sobre el que decididamente hemos de volver una y otra vez es sobre el “mestizaje”. Pienso que es una cuestión de la mayor actualidad: ¿cómo construir un pensamiento, una expresión y una acción que sean “mestizos”, para vivir en un mundo y un futuro “mestizos”?
[44] Dime lo que haces y cómo lo haces, no me digas lo que dices. O, también: “para tener la boca grande, es preciso tener el culo limpio.”
[45] También en el llamado “Tercer Mundo”, o en el Sur, o en la Periferia. Algunas experiencias merecen atención, como la de Mohamed Yunus y el Banco de los Pobres en Bangladesh.
[46] Esta “rama”  tecno-metodológica del árbol de la participación comunitaria nos lleva muy lejos, y requiere un tratamiento específico ¿Cuándo?

Acerca de Fernando de la Riva
Nací en Madrid en la segunda mitad (por los pelos!) del siglo XX. Estudié Historia Moderna y Contemporánea, aunque toda mi vida profesional la he dedicado a la Animación Social y la Consultoría de Organizaciones. Llevo 16 años viviendo en Cádiz.

http://www.memoriasdelfuturoimperfecto.blogspot.com



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